miércoles, 26 de octubre de 2011


La casa materna, ese lugar especialmente importante que te marca de por vida, a pesar de solo ser algo y no alguien, la casa grande,con esa cocina con olor a oliva ,donde habita mama por excelencia, ese garage con olor a nafta y papa ahi, haciendo siempre ruidos a fierros y cosas,las paredes altas,que vieron y escucharon todo todo, lo bueno y lo malo, ese techo que arreglaron una y otra vez,mientras peleaban, esas peleas que de chicos no entendiamos y de adolescentes no soportabamos, que nos protegio de todo, absolutamente de todo, de amores y desamores, de tardes lloradas por un juguete, por la mentira del examen en la escuela, ese techo que nos protegio de la desolacion de aquel primer amor no correspondido,por esa frustracion de aquel partido de sabado a la tarde que volvimos con la cabeza agachada,y los botines en la mano, siempre lo mismo,esa monotonia tan aburridamente necesaria e impensable de que alguna vez nos faltara ese patio,con las macetas de las plantas que rompiamos de pibes jugando a la pelota de goma contra la pared,esas plantas que fueron el gran amor de la vida de mama,y paso obligatorio de las tias que visitaban la casa,y hacian de confesionario entre los chismerios de las mujeres, ese espacio calido y unico,con olor a comida y flores, y blem,ese lugar de donde sale el sol y donde se pone exactamente todos los dias siempre igual, esas tardes de primavera en que saliamos a jugar con los amigos del barrio, y comprabamos alguna golosina, esas sombras y esas luces del comedor vistas y revistas tantos años,al entrar y al irnos a dormir,esa misma humedad,ese fresquito de la mañana,el mate de siempre,esas tardes de verano en esa precisa vereda, esas mañanas de invierno y ese pasto helado, tan precisamente ese aire.porque cada recuerdo asoma con las estaciones, con los climas, con las horas,esas baldosas primeras en las que dimos nuestros primeros pasos de bebes,ese fondo que parece interminable y esas plantas que parecen un bosque cuando somos muy chiquitos,todos esos lugares en donde sabiamos que siempre nos esperarian nuestros viejos, siempre, hasta que un dia ya caminas por esa vereda de vainillas grices pero vienen ahora otras gentes que ya no conoces, esa gente nueva de tu barrio viejo. Y todo va cambiando, y para entonces ya cambiamos tambien nosotros, y aquellos recuerodos de ciertos olores y ciertos soles solo quedan en un lejano recuerdo.en los horarios y en las estaciones del almanaque.

1 comentario:

  1. Lo leí todo y me llegó realmente al alma hasta el punto de lagrimear. Me causó anhelo, ternura y tristeza a la vez. Muy lindo.

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